¡Buenas y frescas tardes otoñales, picantones! Si habéis ojeado mi perfil de Instagram, sabréis que me encanta el otoño. Entre otras cosas porque el calor comienza a irse y puedo encender el horno más frecuentemente. Yo sé que a much@s el tema de horno no os gusta mucho porque os sentís inseguros trabajando con él, os parece que tarda mucho o no sabéis bien cómo conseguir buenos resultados ajustando bien el tiempo y la temperatura. No obstante, para mi el horno es el electrodoméstrico más importante que tengo en casa, antes que el apreciado microondas para muchos. ¿Y por qué? Porque en mi opinión el golpe de horno mejora cualquier comida a la que pueda aplicarse. Además de que me ahorra tiempo. Sí, sí, como lees. Cuando tengo que hacer muchas cosas y no quiero renunciar a comer sano y sobroso, no tiro de precocinados de congelador o salsas de bote con pasta. Opto por una comida de corta preparación y largo horneado. Así de mientras puedo estar comprando, estudiando, limpiando o simplemente tirada en el sofá mientras todo el piso se inunda de un olor intenso que te hace salivar 15 minutos antes de que termine.
Así nacieron mis alitas de pollo adobadas. Fueron un “salvavidas” que inventé para esos días que no paro fuera de casa y cuando llego al almuerzo, con un hambre descomunal, aún tengo que hacer muchas cosas antes de comer. Las dejo en el adobo la noche de antes y así, cuando llego para el almuerzo, pelo unas patatas, las pongo en una bandeja de horno junto con las alitas y… ¡Directas al horno! Y tú de mientras a tu bola. Le das a la mitad del tiempo la vuelta a las alitas y no las vuelves a ver hasta que pite el horno. Es complicadísimo, ¿verdad? ¡Acompáñame y te eseño!
La lista de la compra…
Ingredientes para 2 personas:
- 3 patatas pequeñas (como un puño). Las aliñaremos con un hilo de aceite, sal, pimienta negra en polvo, ajo en polvo y cayena en polvo.
- 6 alitas de pollo. Le pedimos al carnicero que nos las corte por la mitad y no les quite la piel. En total tendremos 12 trozos.
- 1 cucharadita colmada de pimentón dulce.
- 1 cucharadita colmada de cayena en polvo.
- 1/2 cucharadita rasa de ajo en polvo.
- 1/2 cucharadita de pimienta negra molida. Añadir más o menos cantidad depende de cómo nos guste de picante. Yo la añado y voy probando y rectificando.
- 4 cucharaditas colmadas de mostaza Dijon.
- 4 cucharaditas colmadas de miel.
- 4 cucharaditas rasas de hiervas provenzales. Yo uso una mezcla de romero, tomillo, orégano, ajedrea y mejorana. Pero vosotros podéis usar las que más os gusten.
- 3 cucharadas de aceite de olvia virgen extra.
- 1/2 cucharadita de sal.
- Zumo de 1/2 limón grande.
Preparados, list@s… ¡A la cocina!
- En un cuenco pequeño o vaso, mezclamos todas las especias empezando por las secas y terminando por las líquidas (mostaza, miel, aceite…). Mezclamos hasta que se disuelvan todas las espicias y consigamos una salsa sin grumos y espesa, no puede quedar muy líquida.
- En una bolsa de plástico con zip, metemos las alitas de pollo y les añadimos el adobo. Cerramos la bolsa y masajeamos la carne con la bolsa. No hace falta ser muy delicados y tratarla como si fuese de cristal, podemos agitarla de lado a lado , darle vueltas… El objetivo es que todas las alitas queden completamente impregnadas del adobo.
- Metemos en la nevera y las dejamos marinar como mínimo 1 hora y media. Podemos hacerlas la noche anterior y dejarlas marinar toda la noche en la nevera, así estarán mucho más sabrosas.
- Concluido el tiempo, precalentamos el horno a 200º, calor arriba y abajo. Pelamos las patatas y las cortamos en gajos. Es tan simple como hacer cortes inclinados a cada lado de la patata dejando un triángulo en el centro. Si os sirve de guía, los gajos son triángulos de base redondeada, por que solo tenéis que ir cortando la patata buscando su inclinación para hacer los triángulos.
- Ponemos los trozos de patata sobre un escurridor para la pasta y lo llevamos bajo el grifo. Los lavamos bien para que suelten un poco de almidón y no se nos queden pegados a la bandeja del horno. Secamos con un paño de cocina, dejándolos lo más secos posible.
- Ponemos los gajos en un bol y espolvoreamos la sal, el ajo, la pimienta y la cayena al gusto. Añadimos un hilo de aceite, muy poco o se freirán en vez de asarse. Mezclamos con las manos.
- Ponemos un papel vegetal de hornear sobre la bandeja del horno. Extendemos en ella las patatas. Es fundamental no amontonarlas entre sí ni taparlas con la carne, o no quedarán crujientes debido a su propia humedad y a la que desprende la carne.
- Sacamos las alitas de la bolsa y las vamos depositando una a una en la bandeja del hono bien espaciadas, sin amontonarlas. De lo contrario, se formará un charco de la propia grasa y agua que desprenden y no quedarán crujientes. Es normal que queden resto del adobo en la bolsa, no pasa nada, ni hace falta que lo echéis encima de la carne. En realidad ya no lo necesita, puesto que durante su reposo en la nevera se ha impregnado del olor y sabor del adobo.
- Metemos la bandeja en el horno y dejamos hornear 45 minutos a 200º. A mitad de tiempo tendremos que darle la vuelta para que se hagan igual por ambos lados.
- Concluido el tiempo estarán crujientes por fuera pero tiernas y jugosas por dentro. Dis frutarlas en buena compañía.
Consejos.
- Es muy recomendable dejarlas marinar en la nevera la noche anterior porque así se impregnan mejor del aliño y cogen todo su sabor.
- No os preocupéis por que se os resequen. El adobo les da la humedad suficiente y las protege contra el calor. Se dorará la parte externa pero la interna seguirá tierna y jugosa.
- Cuando estén terminadas veréis que bajo las alitas hay una costra negra. No, eso no es quemado. Es el pimentón y la miel, que cuando se tuestan adquieren ese color tan oscuro.
- Si cuando le déis la vuelta a las alitas observáis un caldo de bajo de ellas, no os preocupéis en quitarlo. Cuando termine la cocción veréis que ha desaparecido. Ese caldo es agua y grasa de la propia carne y es perfecta para que cuando le demos la vuelta, la parte de abajo que antes estaba arriba, no se reseque durante el tiempo restante.
- Si os sobran, aguantan perfectamente en la nevera hasta 3 días. Ahora, no puedo decir lo mismo sobre las patatas, porque se reblandecen. Sin embargo, si lo volvéis a calentar todo en el horno a 200º, veréis como las patatas mejoran mucho. Yo recomiendo antes recalentarlas al horno que al microondas porque este tiende a secar los alimentos rápidamente, y el horno solo los dora. Para secarlos necesitaría estar mucho tiempo más al horno.
- La bolsa zip que uséis si tiene doble cierre mejor. Así os aseguráis de que está bien cerrada y no absorben otros olores de la nevera. También es importante el tamaño: en una bolsa pequeña se mezcla la carne mucho mejor porque es más manejable y el adobo no se pierde por partes de la bolsa donde no hay carne. El adobo queda distribuido de forma homogéneo por la bolsa y sobre la carne.
- Es importante que cuando cerremos la bolsa zip no quede mucho aire dentro. El aire nos dificultará mezclar la carne con el aliño y puede echar a perder el aliño por oxidación del alimento.
- Os aconsejo hacer de sobra porque… ¡Volarán! De hecho, cuando me di cuenta, mi novio se había comido las suyas y algunas de las mías… jaja
Pues esta es la receta. Sin más. Fácil, sencilla y económica. Ya véis que se puede comer saludable aunque dispongamos de poco tiempo, solo hay que organizarse. Ahora solo queda que la hagáis vosotr@s y lo comprobéis. Lo más importante de todo es que… ¡Me lo enseñéis y contéis que os ha parecido! Os prometo que alucinaréis con esta convinación de sabores. Al principio en crudo, puede saber el adobo fuerte y amargo, pero cuando se hornea con la carne… Los sabores son muy equilibrados y el adobo NO ESCONDE EL SABOR DE LA CARNE.
Por mi parte, no os entretengo más y os dejo que la hagáis. 😉
¡Qué aproveche!