¡Hola de nuevo, picantones! Hoy os vuelvo a traer la cena perfecta o un picoteillo antes del almuerzo: revuelto de berenjenas. Es ideal si eres un amante de la berenjena porque esta receta sabe mucho a berenjena y queda cremosita cremosita, pero ¿sabéis que es lo mejor? Que no lleva casi nada de aceite y es muy ligera. ¿Desde cuándo no se pueden cenar berenjenas por la noche porque son pesadas y se repiten? Con esta receta podrás comerlas cuando quieras y sin problemas, porque no van ni fritas ni cocidas. Hay algunas recetas en las que se cuecen con agua y luego se saltean, pero a mi no me gusta porque la berenjena es una esponja y por muy bien que las escurramos, siempre conservan mucha agua de la cocción y pierden muchísimo sabor. Y la textura del huevo… Mejor no hablemos de eso. ¿Qué? ¿Te interesa? Después de la información nutricional, te lo cuento todo.
Ahora toca hablar de las berenjenas. ¿Qué nos aporta la protagonista de este plato?
Las berenjenas (Solanum melongena) forman parte de la familia de las solanáceas, como nuestro amigo el tomate. ¿Y que nos importa a nosotros la familia? Pues más de lo que creéis. Esta familia se caracteriza por contener alcaloides, que son tóxicos para nosotros. Entre ellos se encuentra la solanina, cuya concentración es alta en la berenjena. Pero Tere, aún no se ha muerto nadie de comer berenjenas, ¿no estás exagerando? No. Eso es porque cocinada es totalmente segura, no se puede comer cruda.
¿Sabéis por qué las berenjenas se ponen negras cuando las cortas e incluso, nos manchan las manos? Ese oscurecimiento se debe a que es rica en ácidos fenólicos y antocianinas. De hecho, su alto contenido en nasunina (antocianina) es responsable de su color morado. Este pigmento evita la oxidación del colesterol y protege las membranas de las neuronas.
El consumo de berenjena durante una comida favorece la secreción de bilis, que disuelve las grasas, evitando digestiones pesadas. Además su alto contenido en fibra evita que se depositen ácidos grasos en las arterias porque agiliza la evacuación de las grasas disueltas en la bilis. Por ello, es una estupenda guarnición de carnes o quesos grasos 😉 Esta fibra es de tipo soluble, de manera que reduce la consistencia de las heces favoreciendo su eliminación (perfecto para personas con tendencia al estreñimiento). Además, enlentece la absorción de la glucosa durante la digestión, por lo que nos mantendremos saciados durante más tiempos.
La berenjena es muy buena forma de hidratarse en verano con las comidas, ya que el 90% de su peso es agua, por lo que además es una opción muy ligera y poco calórica (recomendable para dietas de adelgazamiento).
¡Alerta vegetarianos y veganos! La berenjena es muy rica en ácido fólico y potasio y tiene bajos niveles en sodio, causando un importante efecto diurético en el organismo. Por eso, si no se le añade sal al cocinarla está tan sosa. La cantidad de hierro y calcio es relativamente menor respecto a otros frutos. En cuanto a las vitaminas, destaca su contenido en vitaminas C, A, B1, B2 y B6. También es rica en magnesio, que junto con las vitaminas B1 y B2, refuerzan el sistema nervioso y ayudan al control del estado de ánimo. La vitamina B6 es recomendable en embarazadas porque previene la diabetes gestacional y palia las náuseas.
La berenjena como podéis ver es nuestra gran amiga pero… No para todos. Tiene una alta cantidad de oxalato, que precipita y se puede acumular formando cristales principalmente en personas con tendencia a padecer cálculos renales. Estas personas deben moderar el consumo de este fruto.
¿No os encantan las berenjenas aún? Después de esta receta, las amaréis. Palabrita de Tere.
INGREDIENTES (1 persona):
- 1 berenjena pequeña, gordita, para asar.
- Media cebolla grande o 3/4 de una pequeña. No escatiméis en cebolla, es muy importante para el saborcito final.
- Un ajo mediano.
- Dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
- Pimienta negra recién molida.
- 2 huevos L a temperatura ambiente. Yo los uso ecológicos y entonces cada uno tiene un tamaño distinto, pero para que os hagáis una idea son dos grandecitos, como unos L del supermercado.
- Sal.
PROCEDIMIENTO:
Como os dije antes, esta era una receta ligera en la que buscábamos la máxima suavidad y ternura de las berenjenas con el mínimo aceite y sin que quedasen llenas de agua. ¿Cómo lo hacemos? Asándolas.
- Se parte la berenjena longitudinalmente por la mitad. Se corta su carne por la periferia y después, se trazan diagonales, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Los cortes deben ser profundos, hasta el fondo, pero despacio y con precaución, vigilando que la punta del cuchillo no rompa la piel de la berenjena. Quedará como una piña. Se hace lo mismo en las dos mitades.
- Le echamos un chorreoncito de aceite y salpimentamos al gusto.
- Metemos al horno a 180º media hora. Aunque esto depende del horno, hay hornos que alcanzan menos temperatura y tardará más. Si vuestro horno es antiguo y calienta bastante, como pasa con el de mis padres, que la graduación va de 50 en 50 y solo tiene enumerado 170º, podéis ponerlo a esa temperatura, y quedará genial.
- Mientras, cortar la cebolla y el ajo finitos. Calentar a fuego medio el aceite y añadir el ajo. Darle unas vueltas para que tome una pizca de color y añadir la cebolla.
- Tapar y dejar pochar a fuego lento hasta que esté traslúcida y haya caramelizado. Estará cuando la berenjena termine. Sobre unos 15-20 minutos a fuego lento. Es mejor hacerlo en una sartén pequeña, para que el huevo pueda cubrir toda la berenjena y no quede suelto, sino una masa cremosa. No os preocupéis que cabrá sin problemas.
- Sacamos del horno la berenjena, dejamos 5 minutos que se temple y solo necesitaremos una cuchara para quitar la carne de su interior. Esta carne saldrá entera y solo nos quedará el pellejo, si está bien asada. Así que, solo queda seguir las diagonales trazas y cortar los cuadrados.
- Añadimos las berenjenas a la sartén y removemos. Tapamos y dejamos 5 minutos, que se integran con el aceite de la cebolla caramelizada, a fuego lento siempre.
- Cascamos los huevos en un bol y batimos con movimientos envolventes, sin prisa pero sin pausa, que no salga espuma. Podemos batirlos con 2 pizcas de sal, así será más fácil que el huevo se licue.
- A partamos del fuego y añadimos los huevos, mezclamos con movimientos envolventes y si observáis, se empieza a cuajar un poco. Devolvemos a la sartén y a fuego suave seguimos removiendo sin parar, con movimientos envolventes hasta que todo el líquido se haya evaporado y nos quede una textura super cremosa.
- Cuando esté casi listo, apartar del fuego y dejar reposar un minuto sobre la sartén para que se termine de hacer con el calor residual. Rectificar de sal y pimienta. ¡Listo!
Consejos:
- Es muy recomendable sacar los huevos de la nevera cuando vayáis a empezar la receta. Así evitamos el contraste de temperatura al echarlos de la nevera a 4º a una sartén a alta temperatura, y que el plato tenga una textura un poco dura y como arrugada del huevo sobre la berenjena.
- Eso mismo es lo que pasa cuando la cueces, que aunque la saltees, como tiene mucha agua, el huevo no puede adherirse completamente y se escurre. No queda así, todo compactadito y en cremita.
- ¿Por qué bato los huevos? Es que me gusta fregar cacharros 🙂 Es broma. Lo hago porque no queda de un color y con una textura tan homogénea como si los bates. El problema es que eso tiene otro nombre, y son huevos rotos. Nosotros estamos haciendo un revuelto, suuuuuuuuuuper cremoso. 😉
- En cuanto ponerle ajo o no… Hay gente que sí y gente que no. A unos les gusta el rosa y a otros no. Tú haz lo que quieras. A mi me gusta el ligero toque le da. Ahora, hay otros que ni lo notan.
- Si tenéis pan casero, de masa madre, o de panadería de confianza, una buena tostada con esto encima está… Ahí tenéis mi otra modalidad de cena: la revutostá.
- Como aperitivo, en tostadas pequeñitas muy crujientes está sublime.
Os aseguro que está tan bueno que no mojaréis ni pan porque no querreís perderos esa explosión de sabor y cremosidad junta. Ahora solo queda que la probéis vosotros y me etiquetéis para que lo vea y se me haga la boca agua… ¡Dadme envidia! 🙂
¡Que aproveche, picantones!
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